La adolescencia tal cual es:
Efectivamente, la inmadurez del adolescente es un hecho tan cierto como que el agua de mar es salada, es increíble, especialmente porque la gente de nuestra edad es especialmente reflexiva pero sumamente incomprensiva.
Somos capaces de crear canciones, hacer una maqueta, resolver algebra avanzada y jugar deportes de alto rendimiento; por nombrar algunas de nuestras capacidades, pero somos incapaces de seguir una instrucción, especialmente si son nuestros propios consejos, sentir con los demás y diferenciar entre los términos amor y enamoramiento.
Somos superficiales, el cuerpo es la esencia del éxito y el resto es para después, cuando seamos unos viejos amargados como nuestros padres, irracionales al punto de que muchos de nosotros pasamos hablando, al menos un medio de nuestras conversaciones con nuestros pares, sobre el sexo y ni siquiera sobre la instancia de, sino solo de una morbosidad.
Es cierto, es una etapa hermosa, tenemos un tiempo único y valioso para disfrutar de nuestras vidas, pero somos especialmente buenos en ahogarnos en un vaso con agua. Somos temerosos del que dirán y nos interesa fingirnos cosas que no somos. Somos súper apoyadores y sabemos levantarle el ánimo y sacarle una sonrisa a quien está junto a nosotros y cuyo semblante es sombrío, mas nos basta que este mire para otro lado para que abramos la boca y calumniemos peor que en los programas de la prensa rosa.
Tenemos más sueños y aspiraciones que ningún niño de cinco años y que muchos de diez años, pero tenemos una baja tolerancia al fracaso que lo que una derrota puede llevarnos hasta el fondo del abismo. Somos emotivos y, sin embargo, nos fascina ser cínicos y que el resto lo note.
Sufrimos por nuestras espinillas y disfrutamos con la discriminación de nuestros vecinos e incluso de nuestros seres queridos, además de sentirnos favorecidos por poder correr riesgos que los adultos no pueden tomar. Somos increíbles para resaltar los defectos ajenos pero no resistimos que los destaquen en nosotros por muy reales que sean.
Somos desordenados, flojos, irresponsables, irrespetuosos, desaseados, desubicados, falsos, depresivos, despectivos, superficiales, ridículos, libidinosos, hipócritas, cínicos y conflictivos y no nos damos cuenta de que mientras nosotros nos desgastamos con estupideces, el tiempo pasa y no retrocederá.
Somos tantas cosas que hay algo que es necesario hacer notar que no somos: POR SIEMPRE JOVENES
Aprender a ser felices es la labor más esencial y dura de esta época, afrontar la realidad y sacar lo bueno de ella, agradecer que respiramos y no maldecir porque tenemos un trabajo calificado. Ser humilde y abnegado y no un ser indeseable y dejado que eso solo atrae hasta que los defectos distraen de lo bueno de ellos. Aprender que no somos el centro del universo sino otro eslabón de la cadena natural. Ser generosos y respetuosos y no desear lo que no tenemos despreciando y, incluso aveces, desconociendo nuestras posesiones y amistades pues algún día los echaremos en falta.
Ser reales, auténticos, mostrarnos tal y como nos sentimos todos los días sin importar la categoría que te asigne el resto. Saber que las lágrimas se secan y las risas te dejan un buen sabor de boca por mucho, mucho tiempo. Estar abiertos a cualquier ser humano y darnos cuenta de que no es necesario ser hermoso por fuera para sentir una emoción real, al contrario, generalmente quien desea volverse un(a) metrosexual va olvidando paulatinamente lo que son las emociones casuales.
Mirar a la vida con optimismo y reconocer los logros tanto personales como ajenos. Finalmente, no esperemos ser tomados en serio si ni siquiera nosotros mismos usamos bien nuestra cabeza, no se trata de cambiar como somos sino de mejorar nuestras actitudes, entre más pronto uno crezca como persona más lejos llegará en esta vida y el cielo es el límite. Vivan de sus sueños pero jamás avancen sobre el vacío ni mucho menos hacia un camino de agraces, o dejando un camino sucio a sus espaldas. No se trata de resignación, sino de aceptación, si utilizamos todas nuestras municiones antes de comenzar la batalla de verdad no habrá como defendernos de un mundo que aún no llega nítido a nuestros ojos
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